Hace tiempo que pienso en una forma para intentar definir lo que representa Ken Block para el mundo del motor y al final creo que lo he conseguido sintetizar en una sola palabra: ‘motorclown‘.

Desconozco si el término existe o si ya ha sido usado y aplicado con otro personaje y, sinceramente, tampoco me he molestado en buscarlo y contrastarlo, porque creo que lo de menos es la originalidad del concepto.

Así que pido disculpas por adelantado si estoy haciendo propio el invento de otro, pero es que esas 10 letras concentran todas y cada una de las aristas de la figura de Ken Block.

Hablamos de un piloto de rallys que es dueño (a medias con el mito del motocross, Travis Pastrana) de la marca DC de ropa y complementos de corte rapero, dicho así para ser lo más gráfico posible.

Casado, en la salud y la enfermedad, con el dorsal #43, puede que Ken Block no fuese multimillonario si hubiese nacido 20 años antes. O, al menos, no lo habría sido por su habilidad al volante.

Lo de ganar carreras le cuesta, aunque lo ha hecho, principalmente, sin salir de las fronteras de su propio país. Sus cameos en el Mundial de Rallys son noticia el día que anuncia su participación en esta u otra prueba, pero casi nadie se acuerda de él de cara al resultado final. Pero al bueno de Ken no le importa. Él se toma aquello como una buena excusa para pasar un fin de semana entretenido y rodeado de (se supone) los mejores de su mismo gremio.

Así que sería muy raro que conociéramos a Ken Block por sus resultados en el Mundial. Tampoco es el peor, eso no sería justo decirlo. Pero sí uno del montón.

Los que hayan visto cualquier fragmento de alguno de sus numerosos vídeos pueden decir que estoy exagerando, porque ellos le han visto hacer trompos perfectos alrededor de un amigo montado en un Sig-way.

Les recomiendo un ejercicio práctico: Dejen unos conos en un parking vacío y un freno de mano bien tenso a cualquier piloto profesional y verá como calcan las maniobras en menos de lo que dura uno de los famosos vídeos de Gymkhana.

Sin embargo, lo que si ha sabido (y ha podido, porque hacen falta muchos y caros medios para llegar a ese nivel) hacer el bueno de Ken Block es aprovechar las nuevas tecnologías como nadie. Los directivos de GoPro le deben buena parte de los incentivos de la compañía en la última década y siembra religiosamente cada cierto tiempo sus ‘judías mágicas’ en Youtube y en unos minutos se convierten en gigantescas ‘sequoias’ alimentadas por millones de visitas de todo el mundo.

No se si Ken ha sido pionero tampoco en eso, pero lo que si tengo claro es que ha sido el que mejor lo ha hecho. Ahora, en cada edición se supera en cuanto a originalidad y espectacularidad. Sigue rizando el rizo. Como buen americano con visión de negocio y sentido del espectáculo.

Aunque nos quiera embaucar con sus botes de pintura y tubos fluorescentes, lo importante en Ken Block no es el piloto, de hecho, es lo de menos (se lo aseguro, pregunten a cualquiera por la dificultad que entrañan esos trucos). Quizá no haya ganado ni vaya a ganar nunca una gran carrera. Pero eso no importa. Quizá no sea un gran mago, pero es el mejor ilusionista del planeta. Ken Block, es el mejor ‘motorclown‘ de la Historia.

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