Jorge Lorenzo se saltó el semáforo de salida en el GP de las Américas. Al piloto de Yahama le salió más caro que a cualquiera de nosotros pasarse un disco en rojo (los 20 que tiene el semáforo de la parrilla de Austin): 19 puntos, que fueron los que amplió su ventaja el líder de la clasificación general de MotoGP, Marc Márquez (para tí o para mí son cuatro puntos y 200 euros). Pudieron haber sido más, pero Lorenzo hizo su propio curso acelerado de recuperación de puntos, en forma de remontada, para acabar décimo.

Los hechos no dejan dudas. Todos se colocan y Jorge abandona su posición cuando el semáforo se enciende, en lugar de hacerlo cuando se apaga. No se tira, pero sale. La caga y pasa entre sus rivales de puntillas. Como el que intenta salir de clase antes de que suene la campana del recreo, por delante del profesor y ante el asombro de sus compañeros de pupitre. Creo que durante una milésima de segundo piensa que alguien anulará la salida. Pero sabe que el error es suyo y acaba soltando la zancada. El desconcierto general hace que la verdadera carrera empiece en la segunda vuelta. Para él, cruzando la calle de boxes apoyado en el depósito. Me imagino el enfado (bueno, no me lo imagino). Hasta aquí los hechos, mientras que la explicación al suceso no queda clara. Se habla de una visera llena de mosquitos. Da igual, el caso es que el piloto se desconcentró y enseñó sus cartas antes de que comenzase la partida.

La Yamaha de Lorenzo es medio segundo por vuelta más lenta que la Honda de Márquez y Jorge está intentando anular esa desventaja cuando más cerca lo tiene: en la salida. Ya le pasó en Qatar y el arreón le duró seis curvas. Ese día todos vimos una caída tempranera. Nada más. Pero tras el revolcón, apareció el Lorenzo más humilde de su vida y conmutó el tropiezo en pecado: “ha sido un error de novato”. No hubo excusas. Creo que fue el primer aplauso que se ha ganado Jorge hablando de sí mismo cuando nadie le había señalado con el dedo.

Ayer, en Austin, se presentó incluso con más prisas delante del semáforo y la muñeca dio gas antes de que los ojos vieran pista libre. Esto ya no es un error de novato, sino de alguien apurado por entrar en batalla en inferioridad. Sobran las explicaciones, y también las palabras de Márquez en el corralito. Le salió el rintintín de campeón. Pero como es Marc y lo dice sonriendo, todo es un chiste. Esta vez, las disculpas del de Yamaha no fueron suficientes para apagar el incendio y las redes sociales lo lincharon injustamente. Ayer no lo merecía. Jorge hizo su trabajo. Se equivocó y pagó por ello, pero cruzó la meta a 49 segundos del ganador y sumó sus primeros seis puntos del año con otro aplastante dato en su contra: la vuelta más rápida en carrera de Márquez fue 2:03.575 (vuelta 3), la de Lorenzo, 2:04.871 (vuelta 4), ambos con ruedas nuevas, el depósito lleno y pista libre, uno por la cabeza y otro por la cola del pelotón.

En Argentina tomará la salida 44 puntos por detrás de Márquez, queda por saber cuántos segundos les separarán en la próxima parrilla antes de que se apague el semáforo.

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