Las carreras de cuádrigas fueron unos de los grandes espectáculos del Imperio Romano. En muchos momentos de esa era, el que más pasiones levantaba de todos los entretenimientos que había a disposición del pueblo. Salvando una distancia de más de 2.000 años, eran, para ellos, lo que para nosotros es la actual Fórmula 1: carreras a bordo del vehículo con ruedas más rápido del momento. Allí, tiradas por caballos, aquí, haciendo uso de la tecnología más avanzada.
Cayo Apuleyo Diocles llegó a convertirse en el deportista más rico de todos los tiempos gracias a su pericia conduciendo
Y al igual que nosotros tenemos ídolos y figuras de talla mundial en los pilotos de F1, las carreras de cuádrigas también generaban estrellas cuyo nombre y fama llegaron a ser en algunos casos tan grandes como las de poetas, filósofos o gladiadores. El más grande de todos ellos nació, en el año 104 de nuestra era, en Lamecum, provincia romana de Lusitania (hoy Lamego, Portugal), a orillas del río Duero y a 150 kilómetros de la actual frontera con España, que entonces no existía, pues la Península Ibérica era un territorio unificado dentro del imperio. 2000 años antes de que Fernando Alonso se convirtiese en uno de los mejores pilotos de Fórmula 1, el ibérico Cayo Apuleyo Diocles llegó a convertirse en el deportista más rico de todos los tiempos gracias a su pericia conduciendo. Veamos cómo lo consiguió.
Así eran las carreras de cuádrigas
Aunque, gracias al cine, más o menos todos tenemos una imagen mental clara de cómo eran las carreras de cuádrigas, merece la pena dar algunos interesantes detalles técnicos sobre las mismas para ver hasta qué punto hablamos de espectáculos deportivos similares. Los conductores (o pilotos) eran llamados ‘aurigas’ y podían dirigir estos carros tirados por dos caballos (biga), tres caballos (triga), cuatro caballos (cuadriga) y así hasta incluso con 10 caballos.
En las alturas de la calle Alcalá de Madrid tenemos las espectaculares estatuas de dos aurigas, con sus respectivas cuádrigas, en la azotea de la sede que el BBVA tiene en el centro de la capital. Aquí podéis leer la historia completa de estas dos impresionante estatuas. Recuerda levantar la vista y echar un vistazo la próxima vez que pases por allí.
En las carreras de cuadrigas competían cuatro equipos o facciones divididas por colores de sus monturas: Blancos, Rojos, Azules y Verdes, teniendo cada una de estas ‘escuderías’ sus propios fans y seguidores en la grada. Hablando de gradas.
Si los romanos acudían en masa a los teatros para disfrutar de las artes, o a los anfiteatros para deleitarse con las luchas, era en los circos donde desataban su pasión por las carreras. Inspiradas en los hipódromos griegos, estas instalaciones eran gigantescos estadios que tenían entre 400 y 600 metros de longitud y más de 100 de anchura. En España se sabe de la existencia de seis de estos ‘circuitos’ en Mérida, Tarraco, Calahorra, Toledo, Segóbriga y Alhambra. Aunque el más famoso de todos ellos fue el Circo Máximo de Roma, con capacidad para 300.000 espectadores, siendo aún hoy el recinto deportivo con mayor aforo de la historia del la Humanidad. Y se llenaba…
El Circo Máximo de Roma, con capacidad para 300.000 espectadores siendo todavía el recinto deportivo con mayor aforo de la historia del la Humanidad
Como hemos dicho, las carreras eran disputadas por los ‘aurigas’ de los diferentes equipos, que tenían que dar un número concreto de vueltas, dependiendo del tamaño del circo y del número de caballos de cada uno de los tiros. Era común que fueran a siete vueltas, lo que supone entre 5 y 7 kilómetros de carrera aproximadamente.
Como he comentado antes, pocas formas mejores de imaginarse cómo era todo esto que volviendo a ver la mejor carrera de cuádrigas de la historia del cine:
Diocles, el deportista más rico de todos los tiempos
Tras esta breve introducción, llega el momento de hablar del protagonista de esta historia: Cayo Apuleyo Diocles. Como he comentado, nació en Hispania, en la provincia cuya capital era Augusta Emerita (Mérida) en el año 104. Junto a su padre, transportista de profesión, desarrolló una gran habilidad para dirigir carros y caballos desde muy joven.
Tanto fue así que, tras ganar algunas carreras ante los 30.000 espectadores del circo de Mérida, tuvo la oportunidad de viajar a Roma a los 18 años para correr en la capital, donde debutó en la Facción Blanca y logró su primera victoria importante solo un par de años después (124 d.C.).
Convertido en la joven promesa del momento, fichó por la Facción Verde en el año 128 y, finalmente, tras haber competido también vestido de azul, acabó corriendo para la Facción Roja, desde el año 131, hasta su retirada, después de 24 años de trayectoria como el auriga más grande de todos los tiempos. Si amigos, vestido de ‘rojo Ferrari’.
Su palmarés deja en ridículo a cualquier deportista de la actualidad: compitió en un total de 4.257 carreras de las que ganó 1.462 (un 34,4% de victorias), mientras que en 1.438 fue segundo o tercero.
Al igual que nuestros admirados pilotos de F1, los aurigas eran los protagonistas de un deporte muy peligroso (muchos sufrían accidentes mortales) y ese riesgo y el enorme público que atraía era premiado con muchísimo dinero.
La exitosa y larga carrera de Cayo Apuleyo Diocles le convirtió en multimillonario. Al retirarse había ganado 35.863.120 sestercios, cifra que equivalía al coste de todo el grano anual que consumía la ciudad de Roma, o pagar todos los sueldos del inmenso ejército romano durante tres meses.
Según el investigador Peter Struck , profesor asociado de Estudios Clásicos en la Universidad de Pennsilvania, calculó que esta fortuna equivaldría a unos 13.500 millones de euros. Según la lista Forbes de 2019, Messi y Cristiano son los deportistas en activo mejor pagados del mundo con unos ingresos de unos 100 millones, mientras que Fernando Alonso llegó a ganar unos 40 millones de euros anuales en sus años mejor pagados en la Fórmula 1.
Sin embargo, no toda la fortuna venía únicamente de sus bien pagadas victorias. Como recogió el diario Hoy, según Víctor Sánchez del Real, experto en comunicación y especialista en marca personal: «debemos tener en cuenta que el merchandising de la época en torno a gladiadores y aurigas incluía todo tipo de objetos: lámparas de aceite con la efigie del deportista que se vendían en mercados y en los propios eventos, o los mosaicos conmemorativos (equivalentes a los posters actuales). Sin dejar de lado las estelas o las estatuillas. Incluso los caballos tenían su nombre incluido en estos elementos y llegaba la adoración a tal nivel que podemos tener la referencia cuando en su locura el emperador Calígula nombró cónsul a su caballo favorito: el también hispano Incitatus, una figura reconocida en su época».
Diocles se retiró a los 42 años a la localidad de Paenestre, cerca de Roma, donde falleció al año siguiente, dejando un hijo y una hija, Cayo Apuleyo Nimfidiano y Nimfidia, que dedicaron a su padre una estatua que no se conserva.
Sin embargo, su figura era tan gigantesca para entonces, que se erigió una lápida en el Circo de Nerón (actual Vaticano), que resumía su carrera deportiva. Un privilegio reservado solo a los más grandes héroes del imperio. Aunque la piedra original se perdió, se han conservado íntegras las copias del texto que contenía (ver anexo a continuación), que son las que han permitido conocer con absoluta precisión sus logros y hasta los nombres de sus mejores caballos (Cotino, Gálate, Abigeio, Lúcido y Pompeyano). Además, en su ciudad natal, Lamecum, se erigió una estatua en su honor, mientras que en Mérida tiene una calle y un pabellón con su nombre.
Anexo. Transcripción del texto original de su lápida en Roma (traducido del latín)
Cayo Apuleyo Diocles, auriga de la facción roja, de nación hispano lusitano, con 42 años, 7 meses y 23 días. Corrió por primera vez en la facción blanca, siendo cónsules Acilio Aviola y Cornelio Pansa (122 d.C.). Venció por primera vez en la misma facción siendo cónsules Manio Acilio Glabrión y Cayo Belicio Torcuato (124 d.C.). Corrió por primera vez en la facción verde siendo cónsules Torcuato Asprenate por segunda vez y Anio Libón (128 d.C.). Ganó por primera vez en la facción roja siendo cónsules Lenas Ponciano y Antonio Rufino (131 d.C.), condujo cuádrigas (durante) 24 años. Salió de la puerta 4.257 (veces). Venció 1.462 (veces), 110 a pompa. Venció en singulares 1.064 veces, de entre ellas 92 premios mayores: el de 30.000 (sestercios) 32 (veces), tres de ellas con tiro de seis caballos; el de 40.000 28 (veces), dos de ellas con tiro de seis caballos; el de 50.000 29 (veces), dos de ellas con tiro de siete caballos; el de 60.000 tres veces; en los desafíos de dos carros 347 (veces), 4 de ellas con un tiro de tres caballos, (el premio de) 15.000 sestercios; en los de tres carros venció 51 (veces). Consiguió los honores en 1.462 carreras, segundos 861 (veces), terceros 576, cuarto una vez con premio de 1.000, y salió en vano 1.351 veces. En la facción azul venció 10 (veces), en la blanca 91, de ellas dos con premio de 30.000 sestercios. Obtuvo una ganancia (total) de 35.863.120 sestercios, y además ganó con tiros de dos caballos miliarios (que ya habían ganado 1.000 carreras) 3 (veces), 1 (de ellas) en los blancos y 2 en los verdes. Tomó la delantera (desde el inicio) y venció en 815 (ocasiones), quedó retrasado (y luego) ganó en 67, perdió la delantera (la recuperó y) ganó en 36. En otros géneros ganó 42 (veces). Adelantó a todos (saliendo último) y venció 502 (veces), 216 en los verdes, 205 en los azules (y) 81 en los blancos. Hizo centenarios a 9 caballos y bicentenario a 1. Sus distinciones (…) cuando un año ganó con un tiro de cuatro caballos por una cabeza (de ventaja) dos veces y adelantando a todos (saliendo último) dos veces. Según consta en las actas (del circo) Avilio Terencio, de su facción, fue el primero que venció 1.011 (veces), desde lo cual muchos (también) vencieron (…) Diocles, el año que (obtuvo) por primera vez 100 victorias consecutivas, fue vencedor 103, (y) venció en singulares 83. Además de esto, aumentando la gloria de sus títulos, superó a Talo, de su facción, que por primera vez en la facción roja (…) Diocles, el más eminente de todos los aurigas, venció en un año 134 (veces) cediendo el inicio (¿dando ventaja?), en singulares 118, títulos que lo elevan por encima de todos los aurigas que jamás corrieron en los certámenes de los juegos circenses. Todos repararon y admiraron el mérito de que, cediendo el inicio y con un tiro de dos caballos, llevando en su yugo a Cotino y a Pompeyano, venciese 99 (veces), 1 (con un premio de) 60.000 (sestercios), 4 de 50.000, 1 de 40.000 y 2 de 30.000 (…) de la facción verde, venció 1.025 (veces), el primero de todos desde la fundación de la ciudad que venció en 7 carreras de 50.000 sestercios. Diocles le superó y venció 8 veces con tres (caballos), llevando en su yugo a Abigeio, Lúcido y Parato. Asímismo superó a Comunis, Venusto y Epafrodito, tres aurigas miliarios de la facción azul que ganaron 11 (veces) en (premios) de 50.000 sestercios. Diocles, con dos (caballos), Pompeyano y Epafrodito, venció en (premios) de 50.000 (sestercios) ¿12? (veces) (…) de la facción verde, vencedor 1.025 (veces), Flavio Escorpo, vencedor 2.048 (veces), Pompeyo Musculoso, vencedor 3.559 (veces), tres aurigas que (en conjunto) vencieron 6.632 (veces), 28 de ellas de 50.00 sestercios (…) Diocles, el más eminente de todos los aurigas, ganó 1.462 (veces), 29 (de ellas) de 50.000 sestercios. Con nobilísimo esplendor brilla Diocles. Si Fortunato, de la facción verde, con el (caballo) vencedor Tusco, ganó 386 (veces), 9 (de ellas) de 50.000 sestercios (…) Diocles, con el (caballo) vencedor Pompeyano, ganó 152 (veces), 10 (de ellas) de 50.000 sestercios y 1 de 60.000. Diocles descolló con nuevas proezas y marcas nunca antes registradas, como ganar en un día dos veces (un premio) de 40.000 sestercios con un tiro de seis caballos, y, aún más, (…) con un tiro de siete caballos uncidos entre sí, espectáculo nunca visto hasta entonces con ese número de caballos, venció en un certamen de 50.000 sestercios, y descolló victorioso con (el caballo) Abigeio y sin látigo. Ganó en otros certámenes de 30.000 sestercios (…) como estas novedades se vieron por primera vez está doblemente ornado por la gloria. El que parece haber obtenido el primer lugar de entre los aurigas miliarios, Poncio Epafrodito, de la facción azul, solo ganó 1.467 (veces), 940 (de ellas) singulares, en tiempos de nuestro emperador Antonino Pío Augusto. Diocles ganó 1.462 veces, 1.064 (de ellas) singulares. En este mismo tiempo Epafrodito venció adelantando a todos (saliendo último) 467 (veces). Diocles venció adelantando a todos (saliendo último) 502 (veces). El auriga Diocles venció este año 127 (veces), con (los caballos) Abigeio, Lúcido y Pompeyano; Poncio Epafrodito, de la facción azul, venció con Búbalo 134 (veces); Pompeyo Musculoso, de la facción verde, con (…), venció 115 (veces). Diocles los superó, (y) ganó con Pompeyano 152 (veces), 144 (de ellas) singulares. Y, aumentando su gloria, ganó 445 (veces), 397 (de ellas) singulares, llevando en yugo a los cinco (caballos) Cotino, Gálate, Abigeio, Lúcido y Pompeyano