«Todo espectáculo de magia consta de un tercer acto, que es la parte más complicada del espectáculo y tiene un nombre misterioso: es el “Prestigio”.

En algún sitio estaba escrito que esto iba a acabar así. Que el décimo Mundial de Valentino (si llega) no podía ser uno más, porque para eso es el piloto que cambió la historia de este deporte para siempre. Si cae ‘El Décimo’, acabado en 46, llegará al final del todo, después de su peor lesión (2010), después de su peor reto (Ducati 2011-2012), corriendo contra pilotos 10 y 15 años más jóvenes y después de su curva más polémica (Malasia). Rossi no se acaba después de hoy, pero quizá el tren de «La Décima» no vuelva a pasar para el doctor.

Y así se ha llegado a un escenario completamente épico. Rossi, con 36 años y después de haber liderado toda la temporada, saldrá último en un circuito que no le gusta y en el que ya perdió un título en la agonía, con el objetivo de, como mínimo, llegar al podio. Tiene 30 vueltas para adelantar a 22 pilotos. 

22 pilotos en 30 vueltas decíamos… Una suerte de pasaje del terror en el que Valentino se volverá a encontrará con muchos de los fantasmas de su carrera. Es lo que tiene llevar 20 años en el Mundial y haber corrido contra tres o cuatro generaciones. ¿Quién le iba a decir a Rossi (y a los rossistas) que para ganar el décimo Mundial tendría que adelantar a Toni Elias? Ese discreto autor de uno de los adelantamientos más recordados de la última década (Estoril, 2006). También Hayden, con quien perdió en este mismo escenario y en aquel mismo año. De camino al podio, Rossi también tendrá que pasar a las Aprilia, y quizá le venga a la mente un recuerdo fugaz de aquellos primeros títulos adolescentes en 125 y 250 cc. Y a las Suzuki azules, como aquella de Roberts contra la que se jugó su primer título en 500, y a las Ducati rojas, sobre las que sufrió sus dos peores años. 

Nadie había comentado nunca que el día que puedes ganar «La Décima» también ves pasar toda tu vida por delante en un segundo. A Valentino este viaje en el tiempo le durará algo más, quizá unas curvas, quizá unas vueltas. Pero está obligado a atravesar este agujero de gusano para llegar al sitio donde se va a ganar o perder este Mundial. Allí, si todo va como se supone, le estarán esperando Pedrosa, Márquez y Lorenzo y entonces dará comienzo el truco final, justamente eso a los que los magos llaman «el prestigio»… por algo será.

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