Las dos semanas más extremas del mundo de motor conllevan unos preparativos a la altura. Bien lo sabe Laia Sanz, que este próximo 6 de enero afrontará su novena participación en el rally Dakar que en esta edición se disputará íntegramente en Perú. La mejor piloto de la historia de la prueba pondrá rumbo a Lima recién iniciado el 2019 y lo hará con las últimas provisiones a cuestas: monos, botas, cascos, gafas… junto a otros artículos igualmente imprescindibles para afrontar esta aventura.

En total, Laia calcula que su equipaje supone unos 150kgs de peso, sin incluir el material que cada equipo oficial envía en barco meses antes a la sede del rally. En ese peso se incluye toda la ropa que utilizará durante la prueba, incluyendo aquella de la que dispondrá cuando llegue al campamento tras cada etapa. Hay, además, otros detalles que no pueden faltar: la tablet y un libro para el largo viaje al otro lado del charco; un secador que, más allá de perseguir una finalidad puramente estética, en este caso tiene otro objetivo: “Es importante que me seque el pelo después de la ducha para evitar problemas musculares, especialmente en el cuello, donde he sufrido varias torticolis por este motivo”, explica Laia.

No es el único elemento ‘extraño’ en la mochila de la piloto española: a pesar de los pares de botas con los que viaja, de nada le servirían a Laia si olvidara incluir en su equipaje unas plantillas. “Sufrí una lesión en el pie izquierdo y me resultaría imposible competir, estar horas y horas de pie encima de la moto, sin las plantillas. Las botas me harían demasiado daño”, comenta.

Entre las novedades, Laia vestirá este año un chaleco de protección que incorpora airbag, un sistema ya implantado en la velocidad, pero inédito en el off road. Además de la seguridad añadida, el sistema permitirá que la bolsa de aire puede deshincharse manualmente hasta en dos ocasiones, de modo que el piloto pueda continuar una etapa de manera cómoda si sufriera una caída sin consecuencias.

Pero no sólo hay sitio para la ropa: suplementos alimenticios; comida casera con la que hacer las etapas un poco más cortas; rotuladores para marcar cada noche el roadbook con los puntos de peligro del día siguiente… Un sinfín de detalles.

Donde Laia no tiene previsto innovar es en el recuerdo que la acompaña desde su primera participación en el Dakar: “Mi abuela me regaló esta medalla de San Antoni para que me protegiera, y nunca me olvido de llevarla conmigo. Es también una manera de tener presente a la familia”, explica.

Crédito fotografías: © Arnau Puig / Red Bull

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