Hace solo unos días, Carlos Castellá escribía en su blog sobre la diferencia entre ser y estar en la Fórmula 1. Y concretaba que, para un piloto, no es lo mismo estar allí, en el box, para saludar visitas, dejarse hacer fotos, firmar gorras, atender a los medios y, de vez en cuando, dar una vuelta a un circuito; que ser parte real y activa en una escudería dentro del verdadero rol que se espera que desempeñe un piloto.

Anoche, cuando en España nos íbamos a la cama, desde Australia se confirmaba la noticia de que Roberto Merhi se convertía en el segundo piloto de la nueva escudería Manor F1 Team, lo que le permitirá (salvo contratiempos técnicos) debutar en el Gran Premio de Australia que se celebra este fin de semana. Será, además, el tercer español en la parrilla, junto a Carlos Sainz y a Fernando Alonso, una vez que este último retome la actividad. La noticia no pilló por sorpresa a casi nadie porque el rumor estaba latente desde mitad de pretemporada. Solo lo había aplazado (mediáticamente) el hecho de que Merhi firmase con Sito Pons para correr la temporada completa de WSR y completara sus dos primeras jornadas de tests en Jerez.

Ahora Roberto Merhi tiene por delante la oportunidad más grande de su vida. Sabe lo que es un F1 (y, concretamente uno con motor V6, turbo, híbrido,…) porque en 2014 probó el Caterham hasta en tres sesiones de entrenamientos libres en la parte final de la temporada y, en alguna de ellas, aventajó con más de medio segundo al piloto oficial de la escudería con el que compartía pista. Y es que, el de Roberto Merhi puede ser uno de los mayores talentos que ha salido de España en los últimos años, aunque la alargada sobra de alguno de sus contemporáneos le haya hecho pasar más desapercibido de lo que debería. Merhi ha quemado todas las etapas que se esperan de un piloto preparado para llegar a la Fórmula 1. Desde los karts, pasando por las Fórmulas menores hasta el DTM y la máxima categoría de las WSR.

Llega a la Fórmula 1 habiendo pasado por casi todas las categorías inferiores, donde ya ha ganado a muchos de los pilotos de la nueva generación

A sus 23 años ha conducido casi todo lo que se puede conducir en Europa y ha demostrado una sorprendente capacidad para poder ir rápido con cualquier volante. Tanto ha sido así, que ha conseguido recorrer el mismo camino y en el mismo tiempo que otros sin contar con un patrocinador personal de peso al que exprimir hasta secarlo o tener ficha en alguno de los programas de formación de las grandes escuderías. Y ha sido gracias a la acertada gestión de su entorno más cercano, que han sabido moverle por los paddock con menos recursos y más manos que otros. Buscando oportunidades. Equipos en una situación deportiva delicada que no se fijaran en tus bolsillos antes de ver tus tiempos. Merhi ha sido como uno de esos cazarecompensas que vagaban por las llanuras a lomos de su caballo. Solitario, sin pasado ni futuro, solo con un presente sostenido por una de las pistolas más rápidas del Oeste.

Y todo esto no ha impedido que el curriculum de este piloto esté lleno de proezas. Recomiendo la lectura del interesante artículo de Sergio Martínez para saber de lo que hablo: victorias con récords de precocidad, increíbles demostraciones con lluvia, títulos de F3 arrasando a sus rivales, proezas saliendo desde el fondo de la parrilla del DTM, cumpliendo una sanción y acabando en el podio… así hasta el hecho de llegar a enero de 2014 sin equipo, caer en uno de los peores del campeonato y levantarlo para acabar peleando por el título de las WSR en la última carrera.

Merhi llega a la F1 con una de esas historias de talento y esfuerzo que tanto gustan en la grada y con la seguridad de estar allí porque se lo merece realmente. Algo que ya se notó el año pasado cuando pudo participar en los libres con Caterham y competir desde el primer metro como si fuese uno de los pilotos titulares (hablé sobre ello en La Fábula de Roberto Merhi y la liebre)

Ahora llega al peor equipo de la Fórmula 1, una escudería en pleno proceso de reconstrucción, justamente una de esas situaciones en las que se sabe manejar mejor que nadie. Sigan de cerca al talento de este chico, quizá el próximo campeón del Mundo de F1 español haya llegado sin avisar y por la puerta de atrás.

 

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