Aunque la historia de Yamaha en MotoGP se remota a los años 70, en concreto 1973, y en su trayectoria ha contado con pilotos de rango, de esos que marcan un antes y un después y escriben los libros de historia, tales como Giacomo Agostini, Kenny Roberts, Eddie Lawson o el gran Wayne Gardner, lo cierto es que en la última década echó un órdago al juntar en el mismo box a dos grandes pilotos, a los que están rellenando los capítulos actuales de aquel libro de historia, nada más y nada menos que el italiano Valentino Rossi, dueño y señor de nueve títulos mundiales, siete de ellos en MotoGP, y el piloto español Jorge Lorenzo, que sustenta otros cuatro títulos mundiales, dos de ellos también en la categoría reina.
Cuando Lorenzo llegó al equipo en 2008 Rossi era «el box» de Yamaha, el campeonísimo intocable, dentro y fuera de la pista. Pero el español no llegaba a la categoría para ser escudero y aprendió muy rápido, tan rápido que pronto empezó a ser una amenaza para «Il Dottore». Demasiado «gallo para un mismo corral», y como era obvio cuando Lorenzo se materializó como un rival más, surgieron los cruces de palabras, los adelantamientos extremos, incluso el levantamiento de un muro en el box de Yamaha con el que Valentino sólo consiguió desestabilizarse a sí mismo. Se generó una situación insostenible que provocó la salida del italiano en el año 2010, el mismo año en el que Jorge se coronó campeón del Mundo de MotoGP, su primer título.
Fue entonces cuando el nueve veces campeón del mundo fichó por Ducati para cumplir el «sueño italiano» y ganar un mundial con la escudería de Borgo Panigale, pero el camino tomado para alcanzar ese sueño le llevó a los confines más remotos del infierno, viviendo una penitencia que parecía iba a terminar con la carrera de Rossi.
Durante estos dos años en Ducati el italiano sufrió por la moto, por sus resultados, por los «palos» que le daba la prensa y curiosamente, para sorpresa de todos incluido él mismo, Lorenzo le apoyó en esos malos momentos y jamás emitió una palabra hiriente a su ex compañero de equipo. Detalle que el italiano siempre valoró.
Y como si de un hijo pródigo se tratase, a los dos años Rossi volvió a casa, a Yamaha, donde el primer piloto era Lorenzo, que ya sustentaba dos títulos del mundo de MotoGP, y quien jamás se negó a su vuelta, aunque el escenario había cambiado por completo. Valentino, que no tenía más opción que asumir la situación, había crecido como deportista después de probar durante dos años el amargo sabor de la derrota y Jorge había madurado como piloto pero, sobretodo, como persona. Esta combinación de joven piloto y piloto veterano generó una situación de cordialidad, de compañerismo y, por encima de todo, de respeto.
La rivalidad siempre existió, existe y siempre existirá, pero también el respeto, y el reconocimiento.
Este fin de semana se celebra el Gran Premio de Catalunya, en un circuito que tanto a Valentino como a Jorge les gusta y los dos saben lo que es ganar en este trazado, donde en el año 2009 nos brindaron una de las mejores carreras de los últimos años de MotoGP, con una última vuelta que mantuvo en tensión a todos los espectadores hasta que, finalmente, Valentino cruzó primero la línea de meta. Llegamos a un fin de semana estratégico para los dos pilotos de Yamaha, primero y segundo de la clasificación y con tan solo una ventaja de seis puntos del italiano sobre el español. Esperamos expectantes un bonito duelo, una bonita batalla y que gane el mejor pero que lo gestionen como hasta ahora, con el mayor de los respetos y deportividad.
Buscando entre los vídeos de YouTube relacionados con los dos pilotos, di con un video del canal de MotoGP (por eso no lo puedo insertar en esta noticia) bastante revelador de esta relación amor-odio, que merece la pena ver.
Pincha aquí y te dirigirá directamente al video .
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