Llego a la Torre de cristal de Madrid rozando el mediodía. Mar Nieto (del departamento de comunicación) me recibe a ras de suelo. El resto del grupo convocado está 250 metros más arriba. He sido invitado por Mitsubishi España para asistir a la presentación y primera prueba del nuevo Mitsubishi Space Star.

Desde el cielo de Madrid uno ve las cosas de otra manera. La imponente planta 50 de este rascacielos (uno de los más altos de Europa) te da una perspectiva completamente diferente de la gran ciudad. Todo es diminuto, inofensivo y silencioso. Pienso en el acierto de la marca para darnos a conocer este nuevo modelo, desde las alturas, como si pretendieran lanzar una pequeña bomba urbana.

Porque el nuevo Mitsubishi Space Star quiere justamente eso, caer como un mortero japonés entre los reyes de la ciudad europeos. ¿Cómo va a conseguirlo?

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El director de comunicación de Mitsubishi España, Javier de la Calzada (buen amigo y compañero de batallas) arranca la presentación con un titular: «Menos es más». Lo que viene a descubrirnos la primera clave del nuevo modelo. Se lo traduzco al lector: menos precio, menos tamaño, menos consumo, más espacio, más equipamiento, más maletero. Buena fórmula en tiempos en los que todo se hace a lo grande, menos los contratos de trabajo y los asientos de los aviones.

Hablando del nombre del nuevo Mitsubishi Space Star tengo que resetear mi mente y olvidar el monovolumen con el que aún lo asocio. Aunque nos hablan de unas dimensiones interiores que bien lo pueden convertir en una ‘estrella del espacio’ si cumple lo que prometen los números. Lo comprobaré en breve.

Noto valentía en la marca. En apenas un par de transparencias ya empiezan con las comparativas, que todos sabemos que son odiosas, salvo que las ganes, claro. Y comparado con sus rivales directos (Micra, Corsa, Ibiza, Fiesta, etc) el nuevo Mitsubishi Space Star gana en casi todo: peso, consumos, emisiones (sólo 92 g/km CO2), equipamiento y precio.

Me pegan en la frente con un dato que no esperaba a la vista de las primeras imágenes: esta bolita de metal tiene un coeficiente de penetración frontal en el aire de 0,27 Cx, uno de los más bajos del mundo. Un trabajo fino desde Japón (aunque la línea de producción está en Tailandia, bajo exhaustiva supervisión nipona, claro) para conseguir este efecto en una carrocería que no lo aparenta. De cerca se aprecia mejor. No lleva un faldón cualquiera delante, sólo hay que fijarse como van integradas las luces antiniebla. Tampoco hay calandra y al final del techo encontramos un alerón que parece que se ha equivocado de coche. Eso es túnel de viento y CFD (dinámica de fluidos), puro y duro, algo que nos puede parecer poco habitual para diseñar vehículos de este tamaño y enfoque. Pero este es un buen ejemplo que no solo se hacen así los superdeportivos.

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Pasamos a los motores. Olvídate del diésel porque no está en camino ni lo va a estar. Dos son y serán las mecánicas que equipe el nuevo Mitsubishi Space Star, ambos de tres cilindros, atmosféricos y alimentados por gasolina: 1.0 (71 CV) y 1.2 (80 CV). Javier dice que esperan que el 90% de las 2.000 unidades (20.000 para toda Europa) que esperan vender en el primer año sean el 1.2, más potente, equipado y caro, aunque la diferencia de precio, ni mil euros, compensa.

El 1.0 sale por 10.600 euros, mientras que el 1.2 está en 11.500 con un equipamiento bastante completo y que incluye de serie, entre otras cosas, volante multifunción de cuero, climatizador, incluso sistema de apertura y arranque sin llave, etc.

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Si lo compras mientras estén en vigor las ayudas del Plan PIVE, y te puedes acoger a esta rebaja, quítale otros 2.000 euros a ambas cifras. Estaríamos hablando de un precio del nuevo Mitsubishi Space Star de 8.600 y 9.500 euros, la cosa suena francamente bien.

No sé si se me olvida algo. Da igual, mientras bajamos las 50 plantas para recoger los coches me acordaré del resto. Toca conducir. Me emparejo con el compañero Luis Ramos para compartir ruta. Vamos a dar un paseo por el centro de Madrid, con algo de periferia para ver como se desenvuelve el modelo en redia. Serán unos 50 kilómetros en total, a repartir entre dos.

Como he comentado, la primera impresión nada más subir a bordo es magnífica. Sorprende la amplitud para un coche de su tamaño. Y no solo para los pasajeros delanteros. Las plazas traseras también son unas de las más amplias de su segmento y el maletero (235 litros) está entre los más capaces.

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En marcha, el coche tiene un enfoque completamente urbano. Con un radio de giro de solo 4,6 metros se mueve y maniobra con una soltura aplastante en la gran ciudad. El motor de tres ronronea bastante en frío pero se disimula bien en caliente, una vez en marcha. Las suspensiones son cómodas y la dirección ofrece un buen tacto. En general, pasa la prueba de comportamiento con buena nota. Lo mismo en cuanto a calidad de fabricación, en esto, Mitsubishi ha querido que el nuevo modelo siga la línea del resto de la gama.

No tuvimos tiempo de poder testar a fondo los consumos aunque las cifras que se movían en el ordenador de abordo y el funcionamiento del modo Eco hacen pensar que no estará muy lejos de los valores que anuncia su ficha técnica: 4,0 litros a los 100 km para el 1.0 y 4,3 para el 1.2.

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Me bajo del coche con la sensación de que Mitsubishi ha vuelto. No me gusta que las marcas se apaguen y que de sus catálogos se vayan cayendo frutos maduros sin brotes verdes que los sustituyan. Mitsubishi ya no es lo que era. Algo que no tiene por qué ser malo siempre y cuando en lo que te conviertas funcione. Yo echo de menos los Montero en el Dakar y los Evo en el Mundial de Rallyes (como ya ten conté en el artículo sobre ‘la extinción del Evo‘). A cambio, ganan en Pikes Peak con un una barqueta eléctrica de 600 CV. En la calle apuestan por los híbridos y ya tienen en la calle el primer SUV enchufable del mundo. Buen escaparate y mejor plataforma sobre la que empezar la reconversión.

De ahí se pueden sacar muchas cosas, pero, mientras tanto, el cash para hacer experimentos tiene que venir de donde siempre. Ahora buscamos y compramos coches pequeños y baratos, es lo que hay. «Pues aquí tenéis el nuestro», nos quieren decir desde Mitsubishi. Y lo cierto, es que me gusta.

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