Soberbio favor el que le ha hecho Mercedes a Bernie Ecclestone ganando este Mundial con la superioridad con la que lo han conseguido los alemanes.

Arrasando a la incómoda Red Bull y sepultando a los históricos Ferrari y McLaren. Curiosamente, ha sido Williams, que empezaba desde más abajo que nadie, quien mejor ha estado entre los equipos de más tradición. Algo así como esos zombies que, de repente, sacan un brazo de debajo de la tierra (imagen muy apropiada para el día -o la noche- de hoy).

Pero a Bernie -a la FIA, más bien- le ha salido estupendamente el experimento de la nueva Fórmula 1, la cual, por cierto, no le gusta ni él, ni a los pilotos, ni a los equipos, ni tampoco a los aficionados. Pero le gusta a los fabricantes de coches y Bernie ha capturado a la presa perfecta, al campeón idóneo.

Con eso de ser los que inventaron el automóvil y, más concretamente, el automóvil de prestigio (esto último es muy discutible, aunque es la opinión más popular), Mercedes ha sido la vara de medir con la que se comparan casi todos.

Mercedes ya estaba en el centro de la Guerra Civil alemana (entre ‘los tres’) antes del gran diluvio universal. Los japoneses han intentado colonizarnos con sus copias sin estrella y los americanos hace 50 años que perdieron su identidad y renunciaron a hacer naves espaciales para fabricar simples automóviles que intenten parecerse a un Mercedes (otro día os hablaré sobre el desplome de Cadillac).

Así que tener a estos alemanes, naturales de Stuttgart, en el trono de Fórmula 1 híbrida es lo mejor que le podía pasar a Bernie Ecclestone. ¿Por qué?

Porque Honda está en camino, Toyota y Nissan se lo podrían pensar para Lexus e Infiniti, respectivamente, y a Audi parece que el clamor popular le pide medirse contra sus rivales directos en los concesionarios.

Me creo la versión oficial que viene de Ingolstadt, lo digo en serio. Confío en su compromiso con Le Mans y el mundo de la resistencia. Pero la calle empuja y ahora sus queridos vecinos han conquistado el trono más codiciado del mundo. Y lo han hecho con un motor híbrido, tecnología que ellos tienen en pista desde hace tres temporadas. Se avecina un invierno muy largo soportando el autobombo de los campeones.

«Audi no irá a la Formula 1», pero este título de Mercedes puede acabar empujándoles al Gran Circo de Bernie

«Audi no irá a la Fórmula 1». Pero este título de Benz puede acabar empujándoles inevitablemente al Gran Circo de Bernie. Porsche se quedaría con Le Mans (inmejorables manos para tomar el relevo) y las tropas de Audi marcharían sobre el nuevo feudo de Mercedes con su estandarte de aros, sus vanguardistas eslóganes y la tecnología e-tron como ariete.

También se comenta que no tendrían que empezar de cero y que las buenas relaciones del Grupo VAG con Red Bull podrían dejarles en bandeja un equipo de F1 completamente montado para que sólo tengan que poner sus pegatinas y, por supuesto, motores.

Además, veo que hay un motivo más para que lo hagan. Uno de esos móviles que terminan justificando las campañas de guerra más caras (especialmente en esto del marketing aplicado a la competición y viceversa): la historia.

Porque Audi ya peleó contra Mercedes en el Jurásico de la Fórmula 1, cuando los Grandes Premios se corrían en circuitos de 20 kilómetros con coches de 16 cilindros. Ellos (Auto Unión, para ser más exactos) y Mercedes batallaron por el honor de ser la ‘Flecha de plata‘ más rápida. Un duelo que podríamos revivir en pleno siglo XXI.

Pero, por ahora, la llegada de Audi a la Fórmula 1, es solo eso, una amenaza fantasma.

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