Hemos dejado atrás un intenso fin de semana para Audi. La marca de los cuatro aros aprovechó la última cita del DTM en Hockenheim para hacer muchas cosas. Empezó presentando la copa monomarca del nuevo Audi TT para 2015 y lo terminó con el título de campeones por marcas del DTM después de una importante remontada.

Por el camino nos dejaron un interesante track show en el que pusieron a rodar en pista un Audi RS 7 de serie, pero con una calculadora gigante en el maletero que le permite conducirse solo (aquí puedes ver el vídeo). No es la primera vez que vemos algo así, porque el desarrollo de los vehículos de conducción autónoma va muy rápido en los últimos años (de hecho tampoco es el primer prototipo de Audi con este tipo de tecnología, aunque nunca tan avanzada, ya vimos subir un TT a la cima de Pikes Peak sin nadie detrás del volante). Pero la puesta en escena de este robot con ruedas me hace reflexionar sobre si no estaremos ante los primeros pasos de una tecnología que acabe transformando radicalmente el mundo del automovilismo como lo conocemos hoy en día. Aunque no haya nacido con esa intención…

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El ‘leitmotiv’ de la conducción autónoma nada tiene que ver con los circuitos. Es una tecnología pensada para el uso civil con la seguridad y el confort como objetivos. Coches que se conduzcan solos en diferentes trayectos y que tengan en cuenta las circunstancias que rodean al tráfico que se escapan al conductor, con capacidades de acción y reacción superiores a las del ser humano. Muchos son los que critican (sobre todo los más afines al placer de conducir, entre los que me incluyo) que este es un avance negativo. Pero nuestros argumentos, casi siempre de carácter romántico, se tambalean con cada nueva patente.

BMW y Nissan estiman que los coches de conducción autónoma sean una realidad comercial en 2020

 

Y, en realidad, estamos mucho más cerca de lo que pensamos de que esta semilla técnica florezca. Si has comprado un coche de gama media en los últimos tres años, es muy posible que tu querido electrodoméstico sea capaz de controlar el nivel de potencia y frenada que aplica a cada una de una de las ruedas motrices (culpa de los controles de tracción y estabilidad), memorice tus hábitos de conducción, te recomiende soluciones para ser más eficiente incluso tomando sus propias decisiones para ahorrar combustible, como parar y arrancar automáticamente el motor en los semáforos, sepa -y te avise- si te cambias de carril de forma involuntaria, prevea situaciones de peligro y actúe en cuestión de milésimas de segundo para tomar precauciones que minimicen los potenciales daños, sepa exactamente el punto kilométrico y la velocidad a la que debes circular por él, tenga en cuenta la densidad de tráfico para calcular la mejor ruta, lea las señales o detecte peatones u obstáculos en el camino, aparque solo*, etcétera…

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Volviendo a Audi, ellos también fueron pioneros en aprovechar la ficción para recrear cómo sería eso de que los coches se conduzcan solos. Ya nos enseñaron a Will Smith sentado al volante de su futurista RSQ en ‘Yo Robot’, ojeando los informes de su último caso, hasta que sufre el ataque de un ejército de androides. Ahora han conseguido que un coche de calle ruede a ritmo de carrera sin conductor. BMW (que no van a la zaga en esto) también hizo unos interesantes experimentos este mismo año y un supercamión de Mercedes hace ahora mismo el rodaje por cuenta propia mientras su conductor lee el periódico en un iPad. Son solo algunos casos, varias marcas tienen algún estudio similar en proceso. Y no solo fabricantes exclusivos de coches, por ejemplo, Continental (neumáticos, entre otras muchas cosas) también desarrolla su propio sistema.

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El fabricante de neumáticos Continental tiene uno de los estudios más avanzados sobre esta tecnología

Enlazo ahora con la última ‘Viruta’ de nuestro amigo José Manuel Zapico para el diario AS, publicada justamente ayer, en la que reflexiona acertadamente sobre la pérdida de protagonismo que el piloto ha tenido en la última etapa de la Fórmula 1 (la puedes leer aquí). Algo así como aquella mítica frase que acuñó el Enzo Ferrari más soberbio en vida: «mis coches ganan las carreras y mis pilotos las pierden». De hecho, la FIA ha tenido que restringir las órdenes desde el muro para evitar que los ingenieros y sus supercomputadoras sean más determinantes en la conducción del monoplaza que los propios pilotos.

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Sin planearlo, las novedades de Audi y las conjeturas de ‘Zapi’ me han llevado a un escenario en el que no había reparado antes: las carreras de coches… a secas. Ya me entiendes. Si, como he comentado un poco más arriba, el arsenal tecnológico que lleva ya cualquier coche de calle es abrumador, la telemetría de la máxima categoría es capaz de hacer hasta 300.000 simulaciones para calcular el resultado de un Gran Premio antes de que se tome la salida teniendo en cuenta hasta el último ‘bit’ de datos sobre el comportamiento del coche comparado con el de los rivales.

No hablo de carreras teleridigidas, sino de carreras autodirigidas

Imagina ahora un campeonato sin pilotos. En el que las marcas ponen en pista sus prototipos de carreras para ver cual es el más rápido. No hablo de carreras teleridigidas, sino de carreras autodirigidas, con el potencial de alcanzar límites de precisión y rendimiento a los que que el homo sapiens jamás sería capaz de acercarse y consiguiendo (al fin) la abolición completa del factor muerte. Se perdería el componente humano, el del deportista. La estrella que firma los autógrafos. Aunque pienso que esta figura se podría reemplazar con la del superingeniero. Algo así como una mezcla entre Adrian Newey y Steve Jobs. Suena raro, lo sé, pero la metamorfosis no necesitaría mucho más que una potente estrategia de marketing. De hecho, la autoría de los inventos lleva olvidada en el mundo del automóvil casi desde sus inicios, cuando unos lumbreras como Benz, Daimler, Renault o Bugatti le ponían su propio nombre a sus inventos. De hecho, es un filón que aún no ha sido redescubierto en la industria del automóvil en pleno siglo XXI.

Este hipotético campeonato del que hablamos sería un escaparate tecnologíco igual o más poderoso que hoy en día para los principales interesados, los fabricantes de coches. Que no solo podrían demostrar que su coche es el más rápido o fiable, sino también, el más ‘listo’. Y todo ello, sin que nadie se haga daño…

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Se que muchos no estaréis de acuerdo y que, incluso, veáis esto que propongo casi como una blasfemia. ¿Se podría transformar la Fórmula 1 en algo así? No lo sé, sinceramente. Pero sé que el imparable avance de la tecnología es capaz de cambiar cualquier cosa que ahora nos parezca insuperable. Ten en cuenta que la F1 no ha sido el primer ‘Gran Circo’ de la historia en el que un grupo de seres humanos que hacen cosas extraordinarias. En Roma mataban bestias (y también entre ellos) con sus propias manos. Siglos después se batían en las justas, lanza en mano y a lomos de un caballo. No hace tanto tiempo, salían disparados de un cañón, domaban leones como si fueran gatos de compañía o contorsionaban todos los huesos de su cuerpo… Ahora pilotan máquinas a 300 km/h.

Dice Luis Miguel: «Pasarán mas de mil años…» Pero parece que no harán falta tantos. BMW y Nissan dicen que en 2020 ya estará implantado en la calle. Y después de pensar un rato en todo ello y escribir estas líneas, tengo bastante claro que el día que los coches se conduzcan solos, tampoco nos necesitarán para correr carreras.

* Hace cinco años tuve la oportunidad de visitar el Centro Tecnológico del grupo VAG en San Francisco (EEUU) y vi como un VW Passat Variant aparcaba solo en batería 20 segundos después de haberlo arrancado desde un iPhone.

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